jueves, 4 de noviembre de 2010

J.J.S.C.

Al escribir estas cortas líneas, aun me inunda la nostalgia y me sumerge en lágrimas que no puedo contener. Aun sigo preguntado “mil porqué” y cuestionando infinitos “no lo creo”. El solo hecho de recordar aquel fatídico día en la cual me dieran tan penosa noticia, de que, aquella persona que conocí cerca a 7 años y se convirtiera en un gran hermano para mí, e incluso haya sido participe de una pequeña tertulia en mi casa, un día antes de su desaparición, haya partido para nunca más volver.

Era un sábado 30 de Diciembre del 2006, estaba a punto de salir de mi casa, cuando de pronto escucho un silbido peculiar que no era más que otra cosa que el anuncio de la llegada de una “mancha de vagos”:Mis amigos.

Pues, ya reunidos, botellas tras botellas, música con volumen intenso y humos por doquier alojaban mi pobre casa, comenzaba el festín o previa hacia al año nuevo. Cada uno contaba lo que haría para el dichoso día, algunos se irían a fiestas, discotecas, otros solo en casa, y algunos de campamento. Pues en esa manchita que iría de campamento se encontraba “el cholo” el apelativo de mi brother.

Las horas pasaban y ya amanecía, era el momento de que cada uno desaloje y se largue a su destino. Abrí mis ojos luego de tan embrutecida alcoholizada, y solo encontré a dos personas “El karateca y el hierbita”, Enrique y Damián respectivamente.

Mi cabeza estallaba y solo atine a preguntar por “El cholo”, me dijeron que ya se había ido a su tan ansiado campamento, y me dejaba dicho que el lunes la seguiríamos y que lo esperara. Pero lo que me dejo una sensación extraña era de que aparte de ello, también me dijeran que me había dado un fuerte abrazo; el porqué, pues no lo sabían.

Luego de ya celebrar el año nuevo. Un lunes por la tarde, decidí ir al video juegos con mi primo. Supuestamente ese día volvería a encontrarme con mi brother.

De pronto suena el celular de mi primo, y me dice que tenemos que ir a mi casa con urgencia.

Pregunté ¿el porqué y para qué? Su silencio me causo intriga.

Llego a mi casa y encuentro a mi familia con lágrimas en los ojos, me pareció extraño. Pero algo estaba pasando. Mi padre me toma la cabeza, y me informa lo sucedido. Creía que era una broma y fugue con dirección a la casa del karateca. En esos momentos mi cuerpo se tornaba duro, con fuerza, y con ganas de escuchar lo contrario. Pero no fue así.

En el camino lo encuentro a él, con un semblante igual que yo. No nos dijimos nada y solo tomamos el primer carro con dirección a su casa del cholo.

Afuera de aquel hogar nos topamos con personas con trajes negros y ojos llorosos. Me comenzaba a sentir mal.

Ya en la puerta de su casa diviso velas, arreglos florales y un cajón el cual mostraba a una persona rompiendo en llanto: la madre del cholo. Poco a poco me acerco hacia el cajón, no podía, ni quería creer que aquella persona, que compartiera alegrías y penas conmigo, quien me aconsejara y me ayudara en diversas circunstancias, quien diera a conocer a toda su familia el nombre de Martín como su mejor amigo, sin que yo los conociera a ellos, quien aguantase que alguna vez lo niegue, y quien había estado un día antes en mi casa entre risas y carcajadas, ahora este postrado en un cajón, con moretones y rasguños luego de que el mar lo haya envuelto en olas y devuelto a la arena ya sin vida. Desapareció repentina e inesperadamente, el destino lo quiso así, ¡Qué se Yo!

Pues ahora, ahí estaba él, listo para la última despedida, pero ya no suya, sino, mía.

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